viernes, diciembre 16, 2016

Small house big heart


Casa pequeña, corazón grande. Casa pequeña, corazón grande. Papá Juan siempre repetía eso en las mañanas como esta, cuando  toda la tribu se juntaba a la hora del desayuno. Mi hermana soltaba a sus mascotas al patio del frente de la casa para que socialicen y de paso para dar una corta caminata matinal.   Mientras tanto,  yo un párvulo con la flojera mas grande del mundo,  despertaba y corría hacia el televisor en esos feriados matinales, escuchando  a papá a lo lejos  coordinando todo para la comilona de medio día; les indicaba a mis hermanas cuantas personas aproximadamente tendríamos de invitados y seguro se proyectaba cuantos mas aparecerían de improvisto. Yo seguía embelesado con los anuncios de juguetes y especiales navideños en la televisión nacional como también con la particular algarabía que los conductores y parteners imprimian para hacernos recordar  cuantas horas faltaban para la noche buena. Yo nunca he sido afectos a las multitudes pero las reuniones familiares de fines de  año me inquietaban mucho trataba de ordenar,  poner las cosas en su sitio, esconder algún juguete que mis primos codiciaría sin reparos y tener siempre algún tema en discusión,  y ese tema para mi siempre fue la música, lo mismo que mi papá Juan. Días antes de las fiestas, buscaba y ordenaba toda su colección de casetes y discos. Desde las tendencias mas modernas hasta lo mas clásico. Sabemos que el sincretismo gastronómico de los albores de los 80's no fue tan descarado como ahora, los sabores eran mas auténticos y las preparaciones menos tediosas. Don Juan preparaba cuchillos, repasaba las recetas en su cabeza esperando ser lo mas fiel a las de la abuela, quien era la experta. La Mamá Filly conocía todos los tipos de cocción y el punto de cada plato serrano. Nunca se olvidaba en soltar sus papas huyto con ajíes y queso molidos en batan  y alguna hierba aromática dando vuelta por ahí. La lista de compras tenía de todo; desde las frutas y legumbres para las guarniciones, las carnes de chancho y res, las papas, la oca y habas para la Huatia técnica aprendida en su juventud en la sierra central cuando pastoreaba a los llamas, alpacas y carneros, allá en las punas de Pasco. Siempre recordaba esos días con cariño y nostalgia única,   tanto que el convulsionado ser que el tiempo y las eventualidades habían creado de él, se transformaba  en un  mancebo corderito,  el cual podía casi oler las bicharras y las ollas de fierro forjado de la casa de su mamá Teodocia. Muchas mañanas como esta, papá Juan discursaba ciertos aspectos de su juventud en provincia pero a nosotros niños citadinos, no nos conmovía tan como a él. Pero ahora que peino sus mismos años, es cuando empecé a poner mas atención a los detalles de sus anécdotas e historias, y empezaba  a comprender quien era quien en todo ese enredo familiar y de todas esa reuniones donde el departir entre la familia, siendo a veces democráticos en la cocina, y otras veces no, hacían casi indescifrables los contextos y a su vez el Spanishquechua que abreviaba y complicaba más las alegorías de aquellos personajes que visitaban la casa aquellos fines de semana.  En algún momento de mi madurez comprendí  que entre tantas cosas escritas y tantas otras leídas, este párrafo debería ser escrito algún día de marzo y haciendo un pequeño reconocimiento  al ser que me enseño lo hermoso que significa el compartir y la verdadera dimensión de la palabra Dar.   


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